Aquí estoy! #1 (Diario dibujado)

Las Ramblas, seis de la tarde de un jueves de noviembre del 2020. llevo una bufanda a modo de mascarilla. Me ahogo con la mascarilla y aunque aquí se puede respirar bien, por que hace un viento que despega las hojas secas del suelo, yo necesito mas oxígeno.

El máximo de oxígeno, por que estoy dibujando y cuando dibujo la cabeza me funciona a mil y todo mi cuerpo se despierta y pide. Quemo el doble que en cualquier otra actividad. Adoro dibujar.

Separo las piernas y me concentro para hacer apuntes rápidos de las personas que vienen de frente. Estoy de espaldas al mar.
Me cuesta comenzar, es la primera vez que dibujo en la calle desde hace meses. De alguna forma me ha costado salir a dibujar mitades de caras. La cara humana es un foco encendido de emociones que te traspasan cuando la observas. Pensar en dibujar caras con mascarillas (odio la puta mascarilla, aunque la lleve) me entristecía.

Pero venga va, hay que superar esta mierda y tirar adelante. Así que aquí estoy con las piernas separadas en el centro de las Ramblas, delante de Santa Mónica, retando a los transeúntes que bajan hacia el mar.

Por el rabillo del ojo veo círculos de gaviotas que vuelan sobre la cabeza del edificio de Drassanes. Suenan lejos, altas entre el plomo de las nubes.

El sonido que hacen me anima a comenzar. Arranco un primer dibujo casi sin pensar y sin mirar el papel, mas pendiente de ver todo lo que ocurre al rededor que de ver que hace mi mano. Utilizo siempre este “desapego falso”, para disimular mis propias espectativas y miedos. Cuando pasan mas de dos semanas sin que dibuje ni una línea, creo erroneamente que he olvidado el camino, que no podré recuperar ese lugar feliz que me pertenece, que alguien se comió las miguitas de pan que fui dejando por el camino y se ha perdido el rastro. Ni mucho menos!!

Después de los dos primeros dibujos, una alegría inmensa me invade al comprobar que estoy otra vez en marcha, que avanzando y dibujo y lleno otro y otro y otro papel de mi libreta.

 

Los ojos de las personas que retrato, me interrogan desde detrás de su máscara. Yo se que cuando dibujo parezco un poco enajenado. Pero es un momento intenso, de mucha cordura y felicidad a dentro.

 

 

Al otro lado de las Ramblas delante de la cruz de la iglesia, satan-alien-nosferatu me mira y me enseña una sonrisa terrorífica, con muchísimos caninos. Una sonrisa que le cruza de oreja a oreja.

Tiene una mirada dulce debajo del maquillaje. Estoy a unos diez metros de este hombre estatua que como yo, hoy ha decidido salir a trabajar. Pero no hay nadie al final de las Ramblas y no tiene a quien seducir con su maldad. Me imagino una foto de una pareja abrazada por este demonio alado, fijada con un imán en la nevera de una casa en Melbourne.

Realmente este personaje da miedo y así solo, sin la alegría habitual, rutinaria, de los turistas, más.

 

 

Me mira curioso. Se mueve bestial y me grita:
-Aquí estoy!

Se gira rápido hacia un grupo de chicas adolescentes muy pintadas que hablan en árabe.-Aquí estoy!

La persona bajo el disfraz a entrenado una voz gutural y una gestualidad amenazante.

Es el mal, el mal delirante, parte pájaro, parte vampiro, parte muerte, parte sed.

El mal que grita:

-Aquí estoy.

Me acerco despacio, le enseño el dibujo, abre mucho los ojos y se inclina hacia adelante.
-Rafa: Esta mal la cosa he… Oye, te pongo dos euros, por el dibujo que te he hecho.

-Satán-alien-nosferatu: Muy duro, muy duro, esta muy duro.

Se acerca una pareja con un niño en un cochecito y el vuelve a gruñir un aquí estoy. Me aparto para que pueda bordar su papel de arquetipo infernal.

La pareja le sonríe y el hace como que saluda al niño o niña que hay dentro del cochecito, con unos dedos-garra exageradamente largos.

Me mira y hace como queno queno queno, con la cabeza.

-Rafa: Oye, bueno, ánimo me marcho. Que termines bien el día.

Al cruzar la calle, satán-alien-nosferatu se levanta del podium y me grita desde su tierna monstruosidad:

!Lo importante es la energía!

!Y que llegarán momentos mejores!