Mirando como dibuja un niño, siempre te acuerdas de antes. De hace mucho tiempo, de cuando el papel era el espacio donde correr, bucear y volar sin cansarse nada de nada.
Dímelo dibujado es un taller dedicado, por una parte a que el adulto recupere el espacio del dibujo como lenguaje natural y por otra a que el niño adquiera empuje, continuidad y comprensión de esta herramienta poderosa.
Trabajaremos articulando una conversación a través de juegos y propuestas que en parte vienen dadas por el programa y en parte surgirán de la necesidad de cada pareja.
Papá: ¿Cómo funciona un volcán?
¡Aquí hay un temazo para dibujar!
Se trata de poder dotar a los padres de las mínimas herramientas expresivas, que les permitan entrar en el territorio del hijo “hablando” un idioma parecido y avanzar en conjunto, ayudándose mutuamente a interpretar y disfrutar formas y colores.
Paralelamente, y desde la primera clase, animo a los padres a comprar un libro de dibujo en el que puedan entrar los dos a manchar y rallar, durante el tiempo exterior a las clases. Y a dejarlo por la casa, siempre a mano, en un lugar común.
El dibujo es una excelente máquina de contestar preguntas. Es una forma muy descriptiva y sintetizadora de explicar como funcionan las cosas, complicadas o sencillas. Y desde luego es un estupendo lugar de relación con uno mismo y con los demás.
Estos son algunos de los ejercicios y fórmulas que propongo para comenzar a jugar:
Trazando sombras:
Construcción de un mini millón, con pinzas, gomas de pollo y una maderas:
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