Durante la crisis del Covid 19, los que tenemos hijos en edad escolar, hemos tenido que hacer un esfuerzo para ayudarles a estudiar.

Un reto que te pone delante del como y el por que del aprendizaje.

Ver a mi hijo incómodo, copiando las tablas de multiplicar en papel A4, me pareció un poco injusto, para el,  pero también para las matemáticas y…bueno  para mi.

 

 

Le propuse ampliar el espacio de trabajo. Concretamente que se pasase a copiar la tabla del 8, 9, y 6 sobre una tela preparada de 2 x 1 metros y que después dibujásemos y pintásemos personajes al rededor.

 

 

Cada mañana al llegar a mi estudio, primero buscábamos la música adecuada y después despejaba el espacio central para poder bailar y cantar y caminar mientras tarareábamos las tablas.

 

Estudiar con el cuerpo en movimiento es una práctica que me ayuda desde la adolescencia y me propuse ofrecerle este modo, digamos que dificil de aplicar en un aula, o no, no se. En todo caso, si se que el cerebro activa de otra forma la información que procesa. Y desde luego tengo claro que si el esfuerzo es un valor, pues el placer también. Y en combinación, uno puede lograr cosas muy potentes y hermosas.

Si al cantar las tablas Pablo fallaba una en concreto, repetía y pintaba con migo ese error en concreto. Lo trazaba y coloreaba. Error a error, hemos construido una pintura estupenda que si pudiéramos regalaríamos a Basquiat. 😉

Viva las Mategráficas!!!!