Pequeño reportaje sobre un lugar de escucha lujoso que ya no existe.
Los últimos dibujos que pude hacer de la bodega fueron premonitorios, me concentré en captar el espacio y el ambiente del lugar, un mix entre la hora del patio de un instituto de barrio y un geriátrico para fans de ACDC.
Me atrajo especialmente el bote de las propina del camarero, Javi, una calavera de madera.
Un mes después Jordi, vendió la bodega. La traspaso a personas con otro gusto musical… Dentro del cual no cabían ni animales selváticos ni drogas blandas.