Los espacios públicos dedicados a gestión diversa de trámites, peticiones, reclamaciones, presentación de documentación, pago de multas, gastos de contribución, etc.. Son lugares transitados una y mil veces por los usuarios de una ciudad.
El diseño de estos lugares es, práctico, son espacios diseñados para comunicar sobriedad, orden y un cierto grado de comodidad.
Están Iluminados de forma plana y en general ninguna imagen compite con los paneles que indican el degotéo infinito de números.
Su turno. Mesa A15.
-Vale, ya está, una cosa menos.
Una señora delante mío tacha en un papel, una línea de su lista escrita con azul sobre una trama cuadriculada y se marcha con un: “Venga, a por otra”.
Todo el mundo quiere irse de aquí lo antes posible y los únicos que no pueden, han bloqueado sus cuerpos y sus expresiones faciales hasta la hora de salida.
Entre la paciencia y la resignación, la persona que te atiende te verá unos minutos y otro ser humano te substituirá rápidamente para recordarle con palabras parecidas, que deberá quedarse ahí mismo bajo la luz del fluorescente, una buena parte del día.
Intercambio de papeles, despedida. Gracias, de nada, adiós.
Intercambio de papeles, despedida. Gracias, de nada, adiós.
Me toca.
Mi número hoy es el 84. una chica joven de unos 30 años me atiende, mira su pantalla, escribe, contrasta información.
-Déjame un momento tu dni.
Es amable, me mira a los ojos, mueble las manos cuando habla. Es generosa, regala gestos.
Siempre que voi a tramitar algún papel oficial me llevo un libro bonito para mirar.
Hoy llevo un libro de pintura y dibujo de Paul Klee.
No es ninguna edición lujosa, es un libro rectangular, grande, no muy grueso, de color crema.
Cuando me siento a explicarle que necesito, deposito el libro con cuidado sobre la mesa, frente a su teclado. y sitúo la documentación que he de presentar justo al lado del libro.
Sobre la cabeza de la chica, en una pared gris un papel enganchado con pedacitos de celo dice: “no se hacen fotocopias”
La gestión avanza. Intercambiamos papeles sellados. Le agradezco su trabajo.
-De nada.
Le pido una segunda cuestión. Mira en el pozo que hay dentro de su pantalla azul.
Busca mi nombre. Tarda. Abro el libro mientras espero. Los paisajes, los animales imposibles, los seres inesperados lucen en esta oficina, sobre la mesa blanca, como una colección de manjares.
Miro alrededor. Nadie se da cuenta de que hay una ventana abierta sobre la mesa de esta mujer, una ventana abierta hacia lo exótico, lo inconmensurable, lo desconocido.
Acerco muy lentamente el libro hacia su teclado sin que se dé cuenta, haciendo ver que tengo prisa por marcharme, que estoy inquieto, impaciente por que acabe.
Pero no es verdad.
Pienso en cual es el lugar del arte, quien lo necesita, como y de que maneras está presente en nuestro día. Pienso, siento, quien soy yo y que me motiva al caminar, al despertar. Que cosas guardo para los últimos momentos antes de cerrar los ojos, cuando estoy metido en mi cama observando la oscuridad del techo.
Pienso el el placer que produce beber agua fría cuando has pasado horas caminando bajo el calor.
La luz áspera del local estabiliza mi cabeza y me empuja ha buscar en las páginas del libro.
Busco una imagen que me parezca que le pueda gustar. La encuentro. Giro el libro hacia ella con naturalidad, mira de reojo un momento y vuelve a su pantalla.
Está decidido, se lo que tengo que hacer.
Me incorporo en mi asiento, levanto el libro hacia ella y le digo:
-MIRA.
Los ojos se le ensanchan, sus mejillas apuntan color y decididamente, sonríe. Una sonrisa como la de una niña.
Sin levantar la mirada del libro me pregunta:
-Que es esto tan bonito?
-Es un paisaje, un horizonte, creo. Da ganas de caminar hacia adentro. Es elegante y tranquilo verdad?
-Si, si que lo es.
Es un cuadro de Paul Klee, lo conoces?
-No , no se quien es.
-Es de 1920, es muy antigua esta imagen.
-Pues no lo parece, parece algo moderno.
¿Quieres que te enseñe mas?
Si sí.
-Mira este pájaro. ¿Qué tipo de sonido debe hacer?
Y este es otro de mis preferidos de este libro:
Se llama, “Ángel sirviendo un ligero desayuno.”
De pronto los dos miramos alrededor. A pocos metros las siguientes personas que esperan su turno, se inquietan.
-Oye, me lo apunto y me lo miro mas tarde. Muchas gracias.
-De nada.
Meto mis papeles sellados en el libro, el libro en la muchila, nos sonreímos y me marcho.
Al día siguiente tengo que volver ha buscar parte de la documentación que me falta a otra oficina. Me llevo el libro.
Esta vez no lo enseño hasta haber acabado el trámite. Delante tengo una señora de unos sesenta años con ojos vivos y juguetones.
Esta vez no lo enseño hasta haber acabado el trámite. Delante tengo una señora de unos sesenta años con ojos vivos y juguetones.
-Mira, hoy te ofrezco esta imagen! – Le hablo como si nos hubiésemos visto muchas veces, pero no la conozco de nada. Se le ilumina la cara, se llena de gestos y expresiones.
-Oooooh! Que es?
Es un cuadro de Paul Klee. ¿Verdad que es intrigante?
-Si, si que lo es. Se Llama, “Juramento de fantasmas” es de 1930
¿Qué estará jurando?
¿En nombre de que o de quien?
-Que extraño es su cuerpo…
-Si, es un lio.
-¿Y la sombra en el suelo?
-Es verdad… Pero que piernitas tiene! Jajajaja.
-Me lo voi a apuntar para buscar más.
-Si sí, apúntatelo.
– Oye gracias.
-De nada, a ti.
Nos sonreímos y me despido.
Funciona, este es un lugar que funciona bien el SERVICIO EDUCATIVO ESPONTÁNEO.